Nancy Whiteman, de 62 años, no era activista del cannabis antes de convertirse en empresaria del sector. “Ya lo había consumido, pero ni siquiera sabía mucho sobre las propiedades medicinales. Me enteré que un conocido estaba fabricando refrescos con marihuana y pensé que podría ser una oportunidad de negocio”, dice la mujer de voz suave, vestida con un elegante traje, en la sede de su empresa, Wana, cerca de Denver.
La empresa comenzó su actividad en el campo de la marihuana medicinal y, con la legalización del consumo recreativo en el estado de Colorado, en 2014, se metió en este este sector. “Probamos varias recetas, hasta que llegamos a las gominolas, que son perfectas para el cannabis”, dice Whiteman, que cuenta con 80 empleados y fabrica 35 productos en Colorado, además de operar en otros siete estados.
El lanzamiento de producción y venta ha provocado una carrera por la apertura de negocios como tiendas (los llamados dispensarios de marihuana), así como empresas que plantan, refinan y fabrican productos de cannabis.
Más de seis años después, el entorno es de consolidación. Hay marcas establecidas como Wana, y empresas menos competitivas quebraron o fueron compradas.
La legalización en Colorado, la primera en un estado estadounidense, excluyó a cualquiera que ya hubiera ganado dinero con la marihuana. Hoy en día, cualquier persona que tenga una condena penal previa no puede trabajar en el sector.
La legislación tampoco preveía la amnistía y la limpieza de antecedentes de condenados por tráfico o consumo de marihuana, como lo ha estado haciendo California, por ejemplo.
Las licencias para negocios de marihuana rondan unos pocos miles de dólares, según el tipo de documento, pero el estado requiere que las nuevas empresas tengan un plan de negocios y un colchón financiero de US$250.000, según asesores de la industria.
El tema de antecedentes y costos limita el ingreso de minorías a este mercado, ya que antes de la legalización, las personas no blancas eran arrestadas y condenadas de manera desproporcionada por delitos relacionados con la marihuana.
Por otro lado, Colorado no estableció un límite al número de licencias, como lo hicieron Washington y Oregon, lo que contribuyó a crear un entorno de innovación y competencia en el sector.
El área metropolitana de Denver, la ciudad más grande, tiene 597 dispensarios de marihuana para una población de 2,9 millones.
Entrar en un dispensario como el Lightshade en Federal Heights deja claro que la venta de marihuana está lejos de ser solo una flor fumable, a pesar de que hay docenas de variedades disponibles, como los ramos rizados. Los productos van desde extractos y aceites para vaporizadores a ceras, chocolates, dulces y cremas para la piel. Incluso se vende lubricante íntimo con cannabis.
El perfil de los clientes también es variado: trabajadores, amas de casa, personas mayores con problemas de salud, parejas jóvenes, hombres y mujeres de mediana edad. Simpáticos “Budtenders” (juego de palabras que mezcla “bartender”, o camarero, y “bud”, flor de marihuana) explican pacientemente los productos. Hay quienes llegan y ya saben lo que buscan, pero muchos describen su necesidad o deseo y escuchan recomendaciones (lo que no pueden hacer los empleados es recetar productos específicos para una determinada enfermedad, como un médico).
Chelsey Joseph, de 30 años, vio esta cornucopia de productos como otro tipo de oportunidad de negocio y fundó White Label, una empresa que planta y refina marihuana para producir productos vendidos por otras marcas. Con 35 empleados, se encarga de la fabricación para que otros puedan centrarse en el marketing y la distribución.
White Label fabrica, por ejemplo, cartuchos para vaporizador y boquillas para la marca Jane West, creada por la empresaria del mismo nombre, en Denver, que se centra en productos de marihuana para mujeres.
West empezó a fabricar accesorios, como “pipas” de vidrio de colores porque pensaba que eran feas las que había en el mercado. “Quería hacer objetos que la gente estuviera orgullosa de mostrar en casa, que encajaran en una decoración moderna”, dice.
“Mi cliente es una madre que fuma antes de ir a hacer yoga, o que consume marihuana antes de limpiar la casa, lo que hace más divertida la tarea”, dice la empresaria de 42 años.
El hecho de que la marihuana no esté legalizada a nivel federal en Estados Unidos causa problemas a los tres empresarios. Es necesario plantar, refinar, envasar y vender el producto en cada estado por separado, ya que la planta y sus derivados no pueden cruzar fronteras, incluso entre dos estados en los que la sustancia es legal.
“No puedo comprar equipos que fabrican balas a escala industrial, no puedo producirlos en un lugar que tiene los costos más bajos y distribuirlos por todo el país”, lamenta Whiteman.
Las reglas para el embalaje también varían: algunos estados exigen que éste sea resistentes a niños, otros exigen advertencias sobre peligros. West ya ha tenido problemas para importar sus pipas de China, ya que el gobierno federal las clasifica como parafernalia de drogas. Las cuentas bancarias y los seguros también son problemas, dado que las empresas nacionales que operan en el país rechazan a las compañías que se dedican a la marihuana.
A pesar de los desafíos, seis años de legalización en Colorado mostraron que los mayores temores relacionados con la liberación de cannabis no se han hecho realidad: un estudio de 2017 muestra que el consumo de marihuana en los 30 días anteriores a una encuesta se mantuvo estable en torno al 19% entre los estudiantes de la enseñanza secundaria; entre los adultos, se produjo un aumento en la proporción de usuarios pasando del 13,6% en 2014 al 15,5% en 2017.
Los accidentes de tráfico y las hospitalizaciones por drogas tampoco se dispararon, según datos de un informe elaborado por el gobierno de Colorado en 2018, cinco años después de que la ley legalizara la sustancia.
La pandemia de coronavirus ha traído una mayor aceptación, con más personas convencidas de que la planta puede ayudar a lidiar con las consecuencias del aislamiento social como la ansiedad, la depresión y los cambios de sueño. Más tiempo en casa, el único lugar donde la marihuana está permitida legalmente en el estado, también significa más oportunidades de consumo.
En Colorado, el sector se consideró esencial, por lo que las fábricas y tiendas se mantuvieron abiertas. Las ventas por Internet, previamente vetadas, fueron autorizadas. De enero a mayo de este año, en comparación con el mismo período de 2019, las ventas han aumentado un 23%.